Un día especial
Con motivo del 20 aniversario de mi iglesia se me ha dado por pensar en esos días especiales que vivimos como cristianos. Hay muchos días que se convierten en inolvidables e irrepetibles y que nos marcan.
Para mí uno de esos días fue el día de mi bautismo.
Nací y me crié en la iglesia y recuerdo que una de las cosas que más ganas tenía de hacer era bautizarme. Creo que era por todo lo que simboliza el ser bautizado. Te bautizas cuando amas a Dios y quieres declarar públicamente que es así. Te bautizas cuando das testimonio de creyente en la congregación. Y además cuando te bautizas adquieres nuevos derechos y responsabilidades dentro de la iglesia.
Para mi el bautizarme era como casarme. "No es lo mismo tener novio que tener marido." Pensaba yo. Y no es lo mismo estar en la iglesia sin ningún compromiso que bautizarme y tener un pacto oficial hecho con Dios delante de Dios y de los hombres. El bautismo para mi simbolizaba: "Bueno Dios, ahora si que soy tuya y te voy a ser fiel siempre." Y la Santa Cena era como un "aniversario de bodas" para recordar nuesto pacto. Eso sí, un recordatorio mensual.
Aunque nervios y emoción me dominaban a partes iguales, me acuerdo de muchas cosas que pasaron ese día tan especial para mi. Me bauticé el 8 de septiembre de 1996, tenía 13 añitos recién cumplidos. Y aunque éramos un grupo grande de gente (a algunos ni los conocía) para mí ese día era mi día y no estabamos nada más que Dios y yo. Fue en un río, justo como yo quería. Sinceramente lo recuerdo como uno de los mejores días de mi vida porque simbolizó mucho para mi y aún a día de hoy cuando participo de la Cena del Señor me acuerdo de los "votos" de esa niña de 13 años.
Cuando te dan las clases te dicen como te van a agarrar para echarte para atrás. Te explican que no abras la boca porque sino tragas agua y que es solo un momento pero en mi cabeza me parecía que iba a estar bajo el agua un montón y que tendría que llevar una bombona para poder respirar y ese era mi mayor miedo.
En principio se hizo un culto y todos los que nos íbamos a bautizar estábamos juntos. La gente está a tu alrededor emocionada, haciendo fotos y sonriendote todo el tiempo. Después empiezan por fin a entrar uno a uno al agua los que van a ser bautizados y entre medias la gente canta coritos, dan palmas, hay mucha música y gozo en todos los presentes.
Cuando fue mi turno y entré el agua estaba helada. Imagína un río de Galicia en septiembre. La cuestión es que yo ya estaba allí dentro y ya iba a cumplir con mi gran deseo y estaba feliz. De todo el día ése es el momento más corto. Confirmas que estás allí por voluntad propia y zas, cuando te das cuenta ya estás empapado y fuera del agua y no, no te hacía falta llevar una máscara especial para respirar porque ni te enteras.
Y salí con esta cara de alegría!!!
Luego te felicitan todos, te abrazan te dan besos y es una fiesta muy especial. Aunque como pensaba yo en aquel momento y aún ahora: "Aquí empiza todo." A partir de ese momento ya eres miembro oficial de la iglesia y tienes unos derechos que antes no tenías pero también unas responsabilidades y estás en la obligación de cumplir con ellas.
Desde ese día el pastor empezó a usarme en la iglesia. A los pocos días me puso a predicar. Era la primera vez que me subía al altar y tenía la responsabilidad de hablar a la congragación. Y aunque estaba muerta de miedo podía hacerlo, claro que si! yo vivía en santidad y ya cumplía con todos los requisitos de la iglesia así que para eso me había bautizado, para ser una parte útil del cuerpo de Cristo.
Como os empecé diciendo en breve mi iglesia cumplirá 20 años. En 20 años se han bautizado muchas personas en mi iglesia pero desgraciadamente no han cumplido su pacto. No entiendo porqué hay gente que se bautiza y a los 6 meses se apartan de Cristo. ¿Será que creen que el bautismo los salva? No lo sé. Lo que si sé es que es una pena bautizar a jóvenes criados en la iglesia y que se aparten, a adultos que llegan con un primer amor que se comen el mundo, reciben las clases, se bautizan y luego se les acabó la mecha y se van. El diploma de bautismo no te hace salvo. Ser fiel a tu promesa de sepultar la naturaleza vieja, morir para el mundo y vivir para Cristo sí.
"Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida,
y para entrar por las puertas en la ciudad." Apocalipsis 22:14